El evento más importante a nivel deportivo este año ya ha comenzado. Si, nos refierimos al Mundial de Rusia 2018. El fútbol es el deporte “rey”, pero pocos saben lo que se esconde detrás de este gran deporte y quiénes fueron los creadores.
El deporte que mueve millones de dólares y que más furor levanta en la sociedad es el fútbol. Dan su energía antes, durante y después de los partidos. El ser humano es atraído por impulsos primitivos y por los temas sagrados y el fútbol reúne todos estos requisitos. Nuestros impulsos primitivos se activan al ver luchar hombres contra hombres en una batalla, como con el fútbol. Pero, ¿por qué?
El furor de la batalla para lograr la victoria sacia nuestra sed más ancestral, cuando éramos tribus y honrábamos a nuestros dioses con cánticos rituales y sacrificios. El fútbol moderno fue una invención creada en el año 1863 por parte de un grupo de masones ingleses que, tras unas cuantas reuniones en un conocido pub de Londres, fijaron reglas y estructura del juego dando como resultado al fútbol convencional.
Estos masones aplicaron todo su conocimiento de alta magia y alquimia en este deporte y es por ello que tiene tanto éxito en nuestra sociedad, a nivel mundial. Si nos detenemos en la observación de cada detalle, encontramos las claves básicas que a todos nos recordarán a “simbología antigua”.
Se juega sobre un rectángulo verde, siendo el verde el color que simboliza la eternidad. El rectángulo se divide en dos cuadrados, uno para cada equipo. El doble cuadrado es un símbolo iniciático por excelencia. De este símbolo se inscribe la sección áurea o divina tan usada por pintores como Da Vinci. Luego, el número de jugadores por cada equipo es de once. Siendo éste tan icónico en la alquimia.
La suma de ambos equipos en jugadores suma veintidós. El veintidós es un número ritual iniciático también icónico. El sánscrito tiene veintidós letras principales. Así como los veintidós Arcanos mayores del tarot o los veintidós polígonos regulares en matemáticas. En el centro del campo hay un círculo, con un punto en el centro del mismo. Es el símbolo del oro en la alquimia o el símbolo del sol, tan usado en antiguas escrituras y grabados antiguos.
Las esquinas del campo de juego (los corners), que delimitan las cuatro esquinas con un cuarto de círculo simbolizan a los cuatro Arcanos menores del tarot: copas, bastos, espadas y oros. En las porterías tenemos a dos semirectángulos horizontales con un semicírculo. Si se juntan las dos porterías obtienes tres cuadrados, uno más pequeño, uno medio y uno grande. Esto en la alta magia son los tres cuadrados: cuerpo, mente y espíritu, que representan el “yo” interior.
Desde el centro del campo (el dios externo) se pelea para que la pelota (el dios interno) para introducirla en la portería (el yo, el templo). La pelota simboliza al dios interno despertado por la iluminación. Es por ello que la élite creó el fútbol con esta simbología. Por ello, su diseño es de hexágonos blancos y negros, como la tabla de ajedrez, que simboliza la dualidad interna.
La élite utiliza a muchos jugadores para el éxito de sus equipos y que el deporte se convierta en una gran marea de masas. Y los mundiales cumplen un “modus operandi” un tanto peculiar. Es por ello que el mundial de Rusia 2018, según las predicciones y la numerología aplicada, lo ganará Argentina. Mientras haces tus apuestas, mira los siguientes vídeos:
La conspiración con la que Putin ganó la sede del Mundial.
Revelaciones del libro "Conspiración", del periodista del diario británico "The Guardian", Luke Harding, sello editorial Debate.
El calificativo no es mío, es de Luke Harding, periodista de The Guardian. Conspiración es el título de su libro sobre la capacidad de corrupción global de la Rusia de Vladimir Putin, editado en español por el sello Debate. Harding, reconocido por obras basadas en secretos del espionaje llevados al cine como Snowden, investigó a partir de su experiencia como corresponsal del diario británico en Moscú, entre 2007 y 2011, hasta que el Kremlin se enteró de sus alcances y lo expulsó del país. (Lea: El petróleo jugó el primer partido del Mundial).
Una de las fuentes de las denuncias es Christopher Steele, un exespía británico del MI6, de 52 años de edad, que trabajó en la capital rusa, que fue futbolista y que hoy dirige, en Londres, la firma Orbis Business Intelligence Limited. En esta calidad fue contratado, por la Asociación de Fútbol inglesa, para investigar la estrategia de Rusia como la más firme candidata a ser la sede del Mundial de Fútbol 2018, pues Inglaterra era la otra aspirante, por encima de España, Portugal, Bélgica y los Países Bajos.
Según Steele, “Putin había apoyado de mala gana la propuesta rusa de albergar el Mundial, y no se había involucrado hasta mediados de 2010, cuando pareció que Moscú podría perder”. El presidente ruso “convocó a un grupo de oligarcas, a los que dio instrucciones de hacer todo lo necesario para alcanzar la victoria, incluyendo establecer acuerdos personales con los votantes de la FIFA”, órgano rector del fútbol. ¿Qué pruebas hay? Steele dice a Harding: “No se pone nada por escrito. No esperes que ni yo ni nadie redacte un documento diciendo: ‘por favor, X, soborne a Y con tal cantidad de dinero y de tal forma”. El método Putin es propio de un consagrado exoficial de la KGB: “Todo lo que hace tiene que ser negable”. El periódico británico Sunday Times ayudó a confirmar que “los oligarcas disfrazaron el papel determinante del Kremlin”. Y, obviamente, con su creciente poder político y económico, la propuesta de la Federación Rusa le ganó el pulso al país que inventó el fútbol. (El viaje de graduación de nuestra selección).
Además, por cuenta de la justicia de los Estados Unidos, en 2015 surgió el escándalo “Fifagate”, sobre cómo la FIFA vendía sedes de mundiales y de torneos como la Copa América, y cayeron desde el zar del fútbol Joseph Blatter hasta el presidente de la Federación Colombiana de Fútbol, el hoy confeso Luis Bedoya. Razones para creerle a Steele, incluido un dossier que implica a Donald Trump con el tráfico de influencias de Rusia, entramado de mafias por el que se investiga incluso al presidente de EE. UU., no a Putin, que disfruta de su Mundial.
Fuentes: