Se trata de Queqiao y será lanzado el domingo 20 de mayo a las 5 P.M. (EDT), a bordo de un cohete de Long March 4C desde el Satellite Launch Center de Xichang. Este nuevo satélite forma parte de la misión global Chang’e 4, y será colocado en el punto Lagrange 2, un punto de estabilidad gravitatoria a 64.000 kilómetros de la Luna, desde donde podrá transmitir señales a la Tierra. Un objeto que orbite el Sol más lejos que la Tierra tendría un período orbital más largo que el de la Tierra.
La fuerza adicional de la gravedad de la Tierra hace disminuir el período orbital del objeto, y precisamente el punto L2 es aquel en que el período orbital es igual al de la Tierra.
A finales de año China planea lanzar un nuevo módulo de aterrizaje y rover a la Luna. Este será el primer intento en poner un vehículo terrestre en la cara oculta de nuestra compañera cósmica de baile. Las ventajas del lado oscuro Desde la Tierra nunca podemos ver el otro lado de la Luna, por lo que siempre vemos una de sus caras. Este fenómeno se llama «acoplamiento de marea». Un objeto acoplado de esta forma toma para la rotación sobre su eje el mismo tiempo que para efectuar la traslación alrededor del compañero (la Tierra en este caso). Esta rotación síncrona hace que un hemisferio apunte de forma continua hacia el objeto compañero. Debido a esto es necesario un satélite para poder tener comunicación con algún vehículo que se pose en el lado no visible de la Luna, misión que cumplirá Queqiao, Si no fuera así, las señales emitidas por el rover chino tendrían que viajar a través del núcleo sólido de la Luna. No obstante, una de las ventajas de alunizar en el otro lado es que este lugar se encuentra fuera del alcance de las señales de radio provenientes de la Tierra; por lo cual podemos escuchar el cosmos sin ninguna interferencia de nuestro planeta. China también planea poner gente en la superficie lunar antes del año 2030. Mitología y astronáutica El programa Chang’e fue nombrado así en honor a la diosa china de la Luna, y Queqiao significa ‘puente de la urracas’. Este último apodo viene de una historia de amor del folclore de China.
Según la leyenda, hace mucho tiempo había un hombre muy honesto y bueno que se llamaba Niu Lang (el pastor de vacas). Sus padres murieron cuando era sólo un niño. Más tarde, su cuñada lo echó de casa y tuvo que ganarse la vida criando animales y cultivando la tierra. Un día, una hada del cielo, Zhi Nu (la doncella que saluda), se enamoró de él, por lo que vino secretamente a la tierra y se casó con él. Llevaron una vida feliz y tuvieron un hijo y una hija. Desgraciadamente, el Dios del Cielo descubrió lo que había sucedido y ordenó a la Reina Madre de los Cielos del Oeste que trajera de vuelta a la doncella. Con la ayuda del ganado celestial, el pastor voló al cielo con su hijo y su hija. Cuando estaba a punto de reunirse con su mujer, la Reina Madre se sacó una de sus horquillas de oro y creó un río celestial (el brazo de la Vía Láctea) que separó para siempre a la pareja. Sin embargo, su lealtad impresionó a las urracas que construyeron un puente para que pudieran cruzar el río celestial y reunirse una vez más. A partir de entonces, la Reina Madre les permitió reunirse el día séptimo del séptimo mes lunar. Por lo que el día de su encuentro se llama «Qi Xi» (doble siete).
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