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viernes, 19 de diciembre de 2014

Las Profecías del Islam: Camino al Armagedón 2015


Las profecías del Islam coinciden con las bíblicas en la descripción de los graves sucesos que conducirían al fin de nuestra Era y al comienzo de una nueva Edad de Oro. Estos nos recuerdan la aceleración de todos los acontecimientos que hoy vivimos y aún más la irrupción de un terrorismo islamista que avanza imbatible en Siria e Irak, donde según éstas hará su irrupción «el Mentiroso», anticristo anunciado por Mahoma, que será desenmascarado por el Mahdi tras la más terrible de las batallas entre una coalición occidental y otra supuesta alianza entre muchos pueblos musulmanes y rusos llegados de Ucrania: el Armagedón. ¿Son meras fantasías apocalípticas o debemos prestarles atención?


La hora final de la historia no llegará hasta que los romanos aterricen en al-A’maq o en al Dabiq. Entonces, caerá sobre ellos un ejército desde al-Medina, formado por las mejores personas en la tierra en ese momento».

Así comienza un importante hadiz profético islámico que describe una terrible batalla futura. Resume palabras de Mahoma, según los recuerdos atribuidos a su compañero Abu Hurayrah y es recogido enSahih Muslim, la segunda más importante entre las 6 recopilaciones de hadices –ver recuadro– más reconocidas por los musulmanes sunnís.

Esas palabras han sido tomadas como apocalíptico lema de combate por el Estado Islámico (ISIS), con el terrible acierto que caracteriza a todas sus acciones propagandísticas. Tanto que eligieron el nombre Dabiq como título para su revista oficial on line, que desde julio de 2014 publican en inglés y con una cuidadísima maquetación, con fines de propaganda y reclutamiento, conteniendo artículos a través de los cuales intentan establecer la legitimidad religiosa de su Califato, alentando a los musulmanes de todo el planeta a emigrar allí y unirse a su lucha.

Eso explica el especial interés que tuvieron en conquistar la zona de Dabiq, localidad hoy reducida a pueblo, en cuyas proximidades se encuentra también al-’Amq, el otro antiguo lugar mencionado por la profecía, situados ambos entre la ciudad siria de Alepo y la hoy turca Antakiya, junto a la frontera siria con Turquía. Dabiq es famosa por estar allí la tumba del Califa Omeya Suleimán ibn Abd al-Malik, cuyas tropas se establecieron en un prado cercano mientras se dirigían desde su capital en Damasco hacia los muros de Constantinopla (actual Estambul), durante la célebre expedición contra Al- Massissah, en el año 717. 

En la imaginería apocalíptica del ISIS, este profético hadiz señalaría a Dabiq como el lugar donde tendría lugar la primera gran confrontación entre los yihadistas y los ejércitos cristianos (los romanoscitados en dicho hadiz), y en la cual resultarían triunfantes los islamistas.

Según sus tradiciones proféticas, esta tremenda batalla señalaría La Hora o el comienzo de laMalahim, el equivalente musulmán de lo que las profecías cristianas conocen como la gran Tribulación, los tiempos terribles que marcarán el fin de esta Era.

Según su interpretación de las profecías –a las que el ISIS otorga un valor propagandístico y mesiánico esencial–, se iniciarían así una serie de confrontaciones y conquistas que les conducirían a la conquista de las penínsulas balcánica, itálica e ibérica, culminando con el asalto de Roma y la destrucción del Vaticano, símbolo evidente de la derrota cristiana. Es por ello que el autoproclamado Califa del ISIS se ha marcado como objetivo final la toma del Vaticano y que en la portada de la edición de octubre de su revista Dabiq aparece una imagen retocada que sitúa su bandera negra encima del obelisco egipcio que marca el centro de la vaticana Plaza de San Pedro… Esto es algo aún hoy inimaginable, pero que aparece en muchas profecías cristianas, que anuncian la destrucción de Roma y de un Papa fugitivo, y que corre en paralelo al hecho de que la polémica lista profética de Papas atribuida a San Malaquías ya ha llegado a su confuso lema final con el Papa Francisco. 

SEMBRANDO EL TERROR A ESCALA MUNDIAL

La realidad –queramos verla o reírnos de ella como una especulación insensata– es que nunca antes las profecías islámicas y otras muchas sobre el fin de nuestra era comienzan a tener tantas posibilidades de cumplirse como ahora.

Porque nunca antes en la historia un ejército tan creciente y radicalizado como el ISIS ha contado con tantos medios económico-militares y con tantas posibilidades de sembrar el terror a escala mundial como les brinda la sociedad globalizada y las sofisticadas armas de destrucción masiva creadas por ese imperio industrial-militar, cuya única bandera es el dinero y los juegos del poder.

Nunca antes se había producido una confluencia de tantos y tan alarmantes acontecimientos como los que hoy vivimos. Desde la sucesión creciente de trastornos climáticos, terremotos devastadores, erupciones volcánicas, nuevas epidemias globalizadas, número creciente de bólidos celestes observados, y otros sucesos que continuamente baten los récords de los anteriormente registrados, hasta la crisis global –económica, social, de recursos, religiosa, pero sobre todo moral– en la que hoy nos encontramos inmersos. Sin olvidar la zona «borrascosa» por la que según diversos científicos –tan ignorados por los medios mayoritarios como el conjunto en que se enmarca todo lo anterior– está adentrándose nuestro sistema solar, con los efectos que estas perturbaciones cósmicas están teniendo en la actividad del Sol, una de cuyas grandes llamaradas dirigida hacia la Tierra podría provocar un colapso de nuestra civilización tecnológica de consecuencias imprevisibles.

En medio de este escenario, una confrontación inédita entre el nuevo imperialismo ruso y la alianza occidental, con la excusa de Ucrania, amén de la permanente afrenta que para los musulmanes constituye el puño de hierro israelí. Todo ello bajo la mirada atenta de China, cuyo poderío es ya equiparable al de EE UU y que se siente acosada por los servicios secretos occidentales en las manifestaciones de Hong Kong y otros frentes. Y, como amenazante telón de fondo, una tecnología bélica de punta que jamás se usó en otra gran guerra y unas armas de destrucción masiva –atómicas, biológicas, químicas, climáticas, telúricas, espaciales y otras que aún no tienen nombre– cuyos efectos nada tienen que envidiar a las descripciones que da el Apocalipsis, libro que cierra la Biblia. ¿Les parece poco?

Pues tal vez un breve repaso a algunas de las muchas profecías que describen una confrontación con tropas islamistas y sus posibles aliados les haga reflexionar sobre lo que, en medio de este mar de pólvora, puede significar la irrupción flamígera e inesperada de un fenómeno inédito como el ISIS. 

¿UNA GRAN BATALLA EN SIRIA ENTRE ISLAMISTAS Y OCCIDENTALES? 

Hay importantes elementos que no añaden los publicistas del ISIS cuando citan ese hadiz profético que toman como señuelo, en el cual se narra una gran batalla entre guerreros musulmanes y romanos (occidentales), que es descrita por muchos hadices y después de la cual se manifestará públicamente el Dayyál (Anticristo del Islam).

Como explica otro respetado hadiz atribuido a Dbü Majbar, éste habría oído anunciar a Mahoma que, antes de dicha batalla, musulmanes y occidentales se unirán mediante un tratado para derrotar a un enemigo común, y que –tras un resultado triunfal que atribuye al valor de los guerreros islámicos– «uno de los cristianos dirá: ‘La cruz ha logrado la victoria’ y un jefe musulmán se enfadará y romperá la cruz, tras lo cual los romanos romperán el tratado que mantenían con ellos». Según otros hadices ese posterior enfrentamiento obedece a que los vencedores musulmanes se oponen a que sus aliados occidentales ejecuten a sus hermanos de religión derrotados. Esto, que en otras épocas habría resultado incomprensible, podría serlo hoy pues, como vimos en el informe precedente, los poderes en la sombra anglo-americano, israelí y árabe-sunní parecen integrar una alianza secreta contra los chiís sirio-iraníes.

El resultado final es que en ese hadiz ambos ejércitos se enfrentarán durante tres días consecutivos en esa horrible batalla, que acabará con el triunfo de los combatientes musulmanes, aunque inferiores en número. Durante la misma, según otro hadiz, atribuido a Abdullah Ibn Masúd, «sólo uno sobrevivirá de cada cien combatientes» y «la lucha será de una violencia nunca antes vista, hasta tal punto que si un pájaro pasara por sus flancos no alcanzaría el otro extremo antes de caer muerto». Después de esa batalla, los combatientes musulmanes conquistarán Constantinopla (Estambul) mediante la sola invocación del nombre de Allah, algo que sonaba a mágico en tiempos de Mahoma, cuando Constantinopla era cristiana, pero no hoy cuando su población es musulmana por muy occidentalizada que esté. 

Esto parece guardar relación con otra profecía que nos permite entender la conquista de Roma por el mesiánico ISIS: el Imam Ahmad recuerda haber oído responder a Mahoma cuando le preguntaron: «¿Cuál de las dos ciudades será abierta primero, Constantinopla o Roma?». Y el Profeta de Allah respondió: «Será abierta primero la ciudad de Heraclius (Constantinopla)». Aunque el Sultán otomano Muhammad Fatih ya conquistó la actual Estambul para la fe musulmana, la posterior des-islamización de Turquía por el dictador Attaturk implicaría su reconquista para quienes se consideran los verdaderos creyentes. 

Recordando los escritos islámicos que hablan de un pacto de paz con los cristianos Romanos, que los occidentales romperán, la página web islam.tc estimaba en marzo pasado que aparentemente esto es lo que Abu Bakr al-Baghdadi desea conseguir. Aunque éste asegura ser uno de los ya numerosos descendientes de Mahoma, para el autor de la misma no está claro que al-Baghdadi tenga el linaje islámico apropiado para gobernar como el califa profetizado que él pretende ser, a fin de ser seguido por suficientes sunnís. Y añade que sin eso y sin que haga algunos cambios, él no podría convertirse en el rey del Sur anunciado por la profecía bíblica.

Nos recuerda que, según la Biblia, los enigmáticos rey del Norte y rey del Sur (que este autor interpreta como un líder europeo y otro árabe) firmarán un pacto engañoso: «El corazón de estos dos reyes –se afirma en Daniel 11: 27, cuando éste interpreta una de las visiones que tuvo durante el cautiverio en Babilonia– estará dispuesto para hacer el mal, y en una misma mesa hablarán mentira; mas no servirá de nada, porque el plazo (final del tiempo señalado) aún no habrá llegado». Ese pacto, que involucra al Medio Oriente, supuestamente durará 7 años –interpretando así la última de las 72 semanas mencionadas por Daniel– hasta que el líder del Norte lo rompa.

Fuente: añocero